Rubén Lorenzo co-fundó Basurama en 2001 en la ETSAM y desde el colectivo ha desarrollado toda su experiencia laboral. Tiene un don para el trato humano y un toque especial para la poesía, lo que le convierte en un agente ideal para procesos artísticos participativos. Recientemente, se ha centrado en el trabajo en centros educativos y en los procesos pedagógicos, experimentando con los espacios de juego y los espacios públicos. Desde adolescente, toma constantemente fotos de su vida diaria, aunque raramente las comparte online.